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Imagen: Cortesía

Una retrospectiva de los Premios Ponce de León

 

El pasado 29 de mayo se entregaron los Premios Ponce de León en la Sociedad Colombiana de Ingenieros a los estudiantes con los mejores promedios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia. En esta ocasión, los estudiantes Juan Pablo Bustamante Moreno y Juan Andrés Betancourt fueron condecorados como los mejores  de la Facultad. Este Premio no siempre se otorgó a todas las ingenierías, aquí una retrospectiva del este reconocimiento a los y las mejores de la Facultad de Ingeniería de la UNAL.

 

En el marco de esta celebración, haremos un recorrido por la historia de estos premios, que en sus inicios se otorgaban exclusivamente a estudiantes de Ingeniería Civil.

 

En el año 1925, la Escuela de Ingeniería (hoy Facultad de Ingeniería) de la Universidad Nacional decidió establecer unos criterios para identificar al mejor estudiante. Aunque los requisitos definidos en ese entonces han cambiado muy poco hasta la actualidad, su esencia se mantiene. Estos son:

 

 

  1. Haber cursado toda la carrera en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional.
  2. No haber perdido ni habilitado ninguna asignatura durante la carrera.
  3. Tener, al momento de graduarse, un promedio de calificaciones igual o superior al 92 % del máximo posible. En términos actuales, esto equivale a un promedio final de carrera (P.A.P.A.) mínimo de 4.6 sobre 5.0.

 

 

Cumplidos todos estos requisitos, el estudiante se considera candidato al premio Ponce de León.

 

En el año 1977, el ingeniero Alfredo Bateman Quijano —uno de los grandes ingenieros colombianos, muy respetado y reconocido— realizó un estudio sobre el premio Ponce de León, mientras se desempeñaba como funcionario de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI). Bateman, quien fue decano de ingeniería en la Universidad Nacional, miembro de la Academia Colombiana de Historia, profesor durante muchos años del curso de Ingeniería Legal y asesor del Ministerio de Obras Públicas, además de presidente de la SCI, notó una situación particular: en ese año, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional ya contaba con cuatro carreras con egresados (Ingeniería Civil, Mecánica, Eléctrica y Química), pero el premio Ponce de León solo se otorgaba a los ingenieros civiles.

 

La razón era histórica: cuando falleció el ingeniero Ponce de León, únicamente existía la carrera de Ingeniería Civil. Sin embargo, Bateman consideró válida su observación de que las demás ramas de la ingeniería también debían tener acceso al premio. A partir de su planteamiento, se realizaron consultas jurídicas para interpretar el espíritu y la voluntad del testamento de Ponce de León.

 

Finalmente, se concluyó que Ponce de León no tenía forma de prever que, años después de su muerte, existirían nuevas especialidades dentro de la ingeniería. En su testamento, expresó su deseo de que el premio reconociera "al estudiante más destacado de ingeniería", sin especificar una disciplina en particular. Esa formulación general fue clave: se hablaba de "ingeniería" en sentido amplio, y la Facultad seguía llamándose de Ingeniería, aunque ya abarcara varias carreras. En 1977 eran cuatro; para el año 2021, ya sumaban nueve.

 

Como conclusión, se consultó a la Facultad de Ingeniería, y esta estuvo de acuerdo con la interpretación propuesta. En consecuencia, desde junio de 1977, la Facultad reglamentó el premio Ponce de León, manteniendo los requisitos originales: un promedio igual o superior al 92%, haber cursado toda la carrera en la Facultad, y no haber perdido ni habilitado ninguna asignatura. Además, se añadió un nuevo criterio: el premio podría ser otorgado a estudiantes de cualquiera de las ingenierías existentes en la Facultad. De esta manera, a partir de 1978, fue posible postular candidatos de todas las ramas de la ingeniería, tal como se sigue haciendo hasta hoy.